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lunes, 5 de junio de 2017

LA SEXUALIDAD EN EL TANTRA 2º parte

La sexualidad en el tantra (Parte II)
arte erótico hindúSOBRE DISTINTAS NOCIONES DEL TANTRA
Para el Tantra, la vida es un proceso continuo en el espacio y el tiempo, sin hiatos entre todas las formas de vida. El Universo en Conciencia y Energía asociadas. El Tantra considera que cada célula es un ser viviente, consciente por sí mismo, dotado de un psiquismo, de emociones, de memoria, es decir, de una conciencia lúcida. Así, la conciencia es una propiedad de todo el cuerpo, no sólo del cerebro, porque "todo lo que está aquí está en todas partes ". La Conciencia es una dimensión del Universo.
Para el Tantra, el Universo es real y el tántrico se integra en él para percibir su realidad profunda, ya sea espiritualizando la sexualidad, concebida como pulsión creadora última, ya sea por otras vías, como la contemplación de la Madre cósmica o del mar de los orígenes. Con y en su cuerpo-universo el tántrico se unirá concretamente a esos principios cósmicos para sentir la divinidad de la carne consciente e inteligente.
El cuerpo es la piedra angular del Tantra. El cuerpo real es un universo de una complejidad extraordinaria. El cuerpo vívido es una simple imagen, un esqueleto, una construcción mental, y es el único aspecto que el individuo conoce. El cuerpo es producido y animado por una Inteligencia creadora, la misma que suscita y preserva el Universo, desde la más ínfima partícula subatómica a las galaxias. El cuerpo guarda potencialidades insospechadas, energías extraordinarias que la práctica del Tantra despierta y desarrolla.
Uno de los objetivos del Tantra es poner al yo empírico en contacto consciente y confiado con la Inteligencia superior del cuerpo. Es una clave secreta del Hatha Yoga. Enriqueciendo mi cuerpo vívido puedo acercarme más a la Sabiduría última del cuerpo real. Detrás de una aparente inmutabilidad relativa, encierra un proceso, un acontecimiento importante. Parte del cosmos en movimiento, cambia a cada instante. Su esencia es un dinamismo inteligente vinculado con el todo. El mundo de los objetos y de los seres no está hecho de unidades aisladas, sino más bien de procesos dinámicos en perpetuo cambio unitario.
En este contexto, el acto sexual tántrico es vivido de manera muy diferente al ordinario, el profano. En el Tantra, no es el hombre el que "hace el amor" con la mujer sino que dos universos se unen. El hombre y la mujer están conectados entre sí, los intercambios se hacen en todos los planos. En lugar de estar centrado en su placer egoísta, cada uno se abre al universo corporal del otro como al suyo propio. El orgasmo no se rechaza, pero no tiene importancia real, ni para Shakti ni para Shiva. El coito tántrico, ritualizado, sacralizado, crea así una relación diferente del contacto profano, gracias a esta actitud contemplativa del otro y del acontecimiento que constituye la unión.
El amor sexual se convierte en revelación. Mucho antes de que se produzca el orgasmo masculino, ambos, el hombre y la mujer, se funden verdaderamente uno dentro del otro. La relación contemplativa inmóvil prolonga los intercambios casi indefinidamente, frena el orgasmo masculino sin molestias ni obligar al hombre a apartar forzadamente su atención del acto. Además, una vez habituado a este enfoque, se podrá ser muy activo, durante mucho tiempo, gratificando así a la mujer con un máximo de estimulación.
Durante ese contacto prolongado, la relación sexual evoluciona en tres planos:
  • El mental empírico, que participa en el juego y experimenta placer.
  • El habitualmente inconsciente, de las profundidades del cuerpo, que toda experiencia lograda marca con un sello indeleble.
  • El plano psíquico, donde la contemplación establece una fusión íntima en las profundidades del inconsciente (Manomaya Kosha).
En el momento último de la experiencia, el Tantra toma en sentido literal lo que sucede en el psiquismo, pues no percibe ninguna frontera entre el psiquismo humano y el psiquismo cósmico que engloba las estrellas. El ser no está limitado al presente: se inserta en un proceso eterno.
La visión tántrica hace estallar las fronteras, las disuelve, pues sólo existen en la mente.
EL MAITHUNA (COITO)
Maithuna se traduce como coito, aunque designa el acto de unión con Ma (el Poder Primigenio). Maithuna es la unión de Shiva y Shakti. Así, el acto sexual amoroso es usado como meditación para proyectarse a niveles más sutiles y crecer en conciencia. Es la cópula cósmica de Shiva y Shakti realizada en el interior de la yoguini y el yogui. El sexo, aquí, deja de ser biológico para ser místico, iniciático.
Si bien este ritual puede variar, los tantrik seleccionan un lugar limpio, agradable y con buena ventilación, sumido en la semipenumbra y, preferiblemente, con una luz violácea que se proyecte sobre el cuerpo de la mujer. Previamente se han preparado los elementos que intervienen en el ritual: la carne, pescado, cereales, vino. Se preparan porciones reducidas. El quinto elemento es el éter, es la mujer. Como ya explicamos, estas sustancias servirán para que los practicantes se puedan identificar con los elementos de la naturaleza y, en unión con el cosmos, penetrar en regiones más allá de su experiencia cotidiana.
En la habitación, debe haber también una cantidad adecuada de flores o plantas, velas y varitas de sándalo o almizcle que perfuman el ambiente.
Los participantes deben bañarse, higienizando cuidadosamente su cuerpo, especialmente la zona genital, así, con una piel limpia, las energías pueden fluir libremente.
La mujer se suelta el cabello, se perfuma el cuerpo y se viste con cómodas prendas de tono rojizo o rosáceo. El hombre también se viste con ropa cómoda que, al igual que la de ella, debe ser de tejidos naturales.
Se adopta una actitud meditativa, por unos minutos, se controla la respiración, se silencia la mente, se repite el mantra, potencia su aspiración, se concentra en el chakra de la base de la columna (el que rige la libido), visualiza a su Shakti interior en el abrazo con su Shiva interior. Purificados el cuerpo, la mente y la motivación, todo está ya dispuesto para el comienzo del rito.
Hombre y mujer se sientan uno al lado del otro. Si el hombre desea hacerlo, pronuncia algunos mantras. Vierte el vino en las copas y ambos beben al mismo tiempo. El tantrik repite algunos mantras.  Se saborean los alimentos.
Luego de que la pareja ingirió los alimentos, se desnudan y llega la opción de qué posición adoptar para hacer el amor.
Las posturas de Maithuna son:
  • Purushayita, en que la mujer está encima del hombre, estando éste con sus piernas estiradas;
  • Upavishta, en que la mujer está sentada arriba del hombre, con sus distintas variantes;
  • Uttana Bandha, en que el hombre está sobre la mujer y ésta permanece con sus piernas enrolladas alrededor de la cintura-cadera del hombre;
  • Tiryaksana, postura lateral;
  • Parshva Piditaka, posición retrolateral variante de la anterior;
  • Janujugmasana, posición en que ambos se entrelazan, en forma de X, con sus diversas variantes.
Cabe señalar que se desaconseja la postura que parece ser la más habitual en occidente - hombre sobre mujer (posición del misionero)-  porque no facilita el control seminal.
Tras ello, se inicia el intercambio entre hombre y mujer que se visualizan mutuamente como su Shiva y su Shakti respectivos. Se acarician, se recorren los cuerpos, emitiendo sus mejores energías y realizan así, un intercambio energético muy poderoso que el tantrik puede condensar en la base de su columna y experimentar ascendiendo a lo largo de la espina dorsal, abriendo los chakras. Continúa el intercambio hasta que, en un determinado momento, el sadhaka penetra a la shakti (usando una de las posturas ya mencionadas). En la posición adoptada permanecen tranquilos, plenamente comunicados. El hombre, siempre cercano al orgasmo, lo demora con gran control. En ningún momento debe perder el control de la respiración.
La cópula debe extenderse por lo menos más allá de media hora y los tántricos pueden prolongarla hasta tres horas.
La mujer puede tener cuantos orgasmos desee y el hombre, cuando así lo determine conscientemente, desencadenará el suyo propio. En ese momento, debe suspender su respiración, abrir al máximo la conciencia, sentir que penetra y se absorbe en la Shakti misma, dejar su mente en silencio, expandirse hacia el espacio sideral, despersonalizarse y usar el éxtasis amoroso como vehículo hacia el Ser.
Además, es preciso saber que el tantrik que realiza la ceremonia del maithuna debe dominar su mente a la perfección, su respiración y su semen porque junto con la respiración y mente son facetas de la misma energía. El control sobre una de estas funciones implica el control de las otras.
El sadhaka mira a la mujer en todo momento como la portadora del poder cósmico; si éste falla en alguna prescripción ritual, debe ser suspendido el rito. El sadhaka busca la inmovilidad shivaica (inmovilidad de mente, respiración y semen).
Según el Tantra, el semen controlado revierte a la sangre y dota de energías muy poderosas al practicante.
Al momento del orgasmo, el practicante lleva la lengua hacia atrás, tanto como puede y suspende la respiración, deteniendo los pranas y, mediante la retención del semen, potencia la ambrosia energética del éxtasis.
Hay maestros tántricos que sostienen que, si la eyaculación acompaña al orgasmo, pero la relación sexual ha sido plenamente shaktica, con absoluta comunión entre los participantes y con implicancias mucho más elevadas que las meramente fisiológicas, se rescata la luz del semen (quintaesencia seminal) que va hacia lo alto y favorece la ascensión de la energía y un estado mental de intuición del ser.
Es mediante las prácticas del Hatha Yoga que es posible controlar la musculatura que permite acceder al orgasmo, sin eyacular. Los mudras, los bandhas o técnicas de control muscular, son los medios para lograr esto. Sin embargo, tal retención carece de valor si antes no se ha conseguido la contención del pensamiento.
Otra práctica habitual de los tantrik es la expulsión del semen seguida de una poderosa reabsorción tanto del semen como de los humores femeninos; esto, gracias a la práctica de la técnica yogui de vajroli-mudra, que permite adiestrar los músculos de tal modo que pueda originarse un vacío interior capaz de succionar cualquier líquido por  su uretra.
Por último, la preparación previa a la relación tántrica puede adquirir características muy rigurosas dependiendo de las escuelas: la Sahajiya recomienda que el hombre duerma en la misma alcoba con la mujer durante 4 meses en camas separadas; otros 4 meses en la misma cama sin mantener ningún tipo de contacto y finalmente la celebración del rito.
Hay escuelas que agregan otra fase, la de tener contactos de ternura física, excluyendo el contacto genital hasta que, finalmente, se pueda llegar a la relación completa.
Durante el rito, pueden asimismo efectuarse visualizaciones tántrico-iniciáticas muy diversas. El hombre puede llegar, a través de diversas visualizaciones, a vivir su propia estancia en el vientre materno y su propio nacimiento.
LOS RITUALES Y LAS POSTURAS DE MAITHUNA
La Yonipuja es la adoración por excelencia. Las mujeres aptas para este rito son las lascivas, hasta las libertinas (pramada), y deben haber superado todo falso pudor. Con frecuencia, oficia la shakti del gurú o la compañera del adepto.
Al comienzo de la adoración, Shakti, se coloca en el centro del mandala, en general un triángulo, símbolo del yoni (genitales femeninos) cósmico, incluido en un círculo. Luego, el sadhaka, le ofrece una bebida afrodisíaca, llamada vijaya (se supone que es una bebida mezcla a base de cáñamo). La intención explícita es erotizar a Shakti al máximo, exacerbando su energía sexual.
Después de haber cumplido el ritual preparatorio, compuesto de mantras y de vocales sin contenido conceptual, empieza la primera parte de la Yonipuja.
La yoguini se sienta sobre el muslo izquierdo del adepto, que comienza a adorar su yoni sakuntala, es decir, no afeitado. El adepto, entonces, unta el yoni con un pasta de sándalo de perfume delicado, así el yoni asemeja a una flor encantadora.
Luego, el adorador le ofrece una nueva copa de vijaya y le pinta el ardhachandra (la media luna) con bermellón en medio de la frente. A medida que el adepto traza la media luna, la pareja toma conciencia de las fuerzas lunares presentes en shakti. Luego Shiva pone las manos sobre los pechos de Shakti, e impregnándose del aspecto maternal de la Shakti cósmica, pronuncia 108 veces la bhagabija (el sonido- raíz de la vulva), que, en general, es hrim.
Al fin, el adorador hace todos los gestos y contactos que puedan excitar a Shakti al máximo: le acaricia largamente los pechos, las nalgas, luego el yoni.
En la Yonipuja, la excitación de Shakti, que se propaga a Shiva, provoca una abundante secreción del fluido, la "esencia sublime", es decir, las secreciones vaginales y despierta las energías sutiles, "pránicas", que ejercen una función esencial en el desarrollo de la puja.
Aquí se sitúa la parte central de la puja. A su vez, Shakti unta el lingam (falo, pene) con la pasta de sándalo, de perfume afrodisíaco y de color azafrán.
El gurú, siempre presente, cuida la correcta celebración del ritual. Sólo entonces, el lingam es insertado en la yoni.
En este rito, la parte esencial depende de la absorción recíproca de la "esencia sublime". Añadiendo sus propias secreciones lubricantes a los líquidos originales, el lingam contribuye a mojar abundantemente el yoni. Los dos fluidos se mezclan y los tántricos creen que la yoguini y el yogui los absorben: Shakti por ósmosis a través de la mucosa vaginal. Shiva, gracias a vajroli.
Durante el Maithuna, la pareja medita sobre la potencia creadora así despertada en el vientre de la mujer y en el hombre y adoran a la Energía Cósmica.
La duración de la unión yoni-lingam no es apurada. Después de la unión ritual, Shiva rinde homenaje respetuoso al yoni, que la yoguini, acostada de espaldas, ofrece a su vista y a su adoración.  El discípulo pone con el dedo un poco de líquido vaginal y hace con él un tilaka, el punto que las mujeres indias llevan en la frente, a su compañera de rito, aún sumida en el éxtasis, así como en su propia frente.
El acharya (oficiante) hace lo mismo; luego la pareja hace una reverencia y lo adora porque su presencia les ha ayudado a controlarse durante todo el ritual y a preservar su carácter sagrado.
Antes de la realización del Maithuna, el adepto traza donde la unión tendrá lugar, un triángulo rojo y, en su centro, el punto-simiente, el bindu. Después, medita sobre el simbolismo del triángulo invertido y del bindu. Luego, repitiendo su mantra, proyecta mentalmente la imagen de Shakti en el triángulo, hasta sentir que la mujer concreta, su compañera en el rito, encarna verdaderamente a Shakti, la energía cósmica femenina.
Después, visualiza su yoni y se absorbe en su significación cósmica en tanto puerta de entrada de toda vida. Se conecta con el potencial sexual de Shakti y luego visualiza el triángulo blanco, con la punta hacia arriba, y lo superpone imaginariamente al triángulo femenino rojo.
El bindu, punto central del triángulo de Shakti superpuesto al triángulo masculino, simboliza la fusión íntima de los principios cósmicos de Shakti y Shiva. El adepto percibe así lo sagrado de la unión de los sexos, mientras repite el mantra que le ha dado el gurú.
Solamente una vez superpuestos en su mente esos dos aspectos de su compañera, ella se acercará y se unirán, después de haber cumplido otros actos rituales sobre ese triángulo, que les recordará su dimensión absoluta.
*Nota del Dr. Sapetti: se ha tomado como base una recopilación de material    bibliográfico relativo al tema, con sus textos incluidos, de Lía Rodríguez de la Vega, a quien se le agradece el rico material, que se irá publicando en partes, debido a su extensión.
Si desea conocer más acerca de este tema, puede consultar la siguiente bibliografía:
- Van Lysebeth, André; Tantra, el culto de lo Femenino, Editorial Urano, Barcelona, 1990.
- Calle, Ramiro A.; Tantra. La vía secreta del amor y la erótica mística, Editorial Sirio, Málaga, 1986.
- Varenne, Jean; El Tantrismo o la sexualidad sagrada, Editorial Kairós, Barcelona, 1985.